Más allá de la cantidad precisa de extranjeros que voten, las elecciones municipales de 2011 plantean un escenario inédito para España y sugerente para el debate sobre la inmigración. El extranjero ya no será sólo objeto de debate sino también sujeto. Con un millón de votos sobre la mesa, el Partido Inmigrante ocupará un lugar distinto en las elecciones municipales de 2011 al que ocupó en la corta e intensa historia inmigratoria española desde 1985. Si hasta ahora resultaba “gratuito” en términos de votos el pronunciamiento sobre la inmigración (generalmente a cuenta del PP y de CiU), ahora los votos de los extranjeros son necesarios en unas decenas de municipios para reafirmar una ventaja, intentar dar un vuelco a las urnas o mantener las mismas diferencias. El millón de votos de la inmigración plantea una ventaja atractiva para los partidos políticos en algunos municipios y en algunos distritos, dado que aumenta sus caladeros de votos. Sin embargo, plantea una ecuación realmente complicada entre la inmigración como sujeto elector (un millón de votos en estas elecciones, aunque irán en aumento geométrico en los próximos años) y la inmigración como objeto de debate político y electoral (con un número mucho más grande de votos en juego). En otras palabras, ¿cómo lograrán los partidos ganarse el voto del ecuatoriano o del rumano al tiempo que sostienen discursos duros ante la inmigración para asegurarse el voto local?
No hay comentarios:
Publicar un comentario